Recién llegado a La Paz, después de haber pasado algunos años en Europa, me invitaron al cumpleaños de una conocida cantante. Los invitados eran mayormente la
creme de músicos paceños. Unas 50 personas, calculo. Le pregunté al dueño de casa si estaba bien que enciendiera un porro y me miró como "qué te pasa". Como lo conozco bien pensé "este como siempre cartucho", y prendí el cohete. De pronto vi como la gente me empezó a mirar chueco (en el sentido "no de frente") y a alejarse. Sólo mi novia se quedó a mi lado, por lealtad y porque supongo que su organismo esta considerablemente lavado de hipocresía. Desde el otro lado del cuarto cruzó una mina buena onda, y me pidió que le invite. "Qué de bolas", me dijo, "prender un porro así nomás". Lo fumamos así, aislados, solitos los 3.
Más tarde el dueño de casa me dijo "hermano, aquí no es así, creo que estás muy europizado". Seguramente. La aceptación social de la marihuana en la gran mayoría de Europa es alta. Nadie se raya de que un boca en boca esté de faso. Por supuesto, hay manos que se estiran y otras que no cuando uno le ha dado las caladitas de rigor y educadamente lo ofrece.
Supongo que esta aceptación social tiene que ver en gran parte con un consumo mucho más extendido que aquí. Esto se evidencia con hechos como que se puede comprar
rizlas en cualquier tiendita de barrio. Pero también tiene mucho que ver con que la sociedad es menos hipócrita.
Ahora bien, yo no lo sé con seguridad, pero tiendo a creer que muchos de los invitados de la fiesta en cuestión eran consumidores, por lo menos ocasionales, de mota. Todos artistas. Fumadores de closet. O que solo fuman con su grupo más directo.
Yo me he ido volviendo así, de closet también, es casi inevitable en la sociedad paceña. No tanto por los riesgos penales (un amigo de infancia -algunos ya diputados- me dijo "te van a meter a la carcel por eso" cuando me vió fumando), que me parece son casi nulos, sino por la condena social. Por eso este blog no tiene mi verdadero nombre.
Pero los hábitos mueren lento, y de vez en cuando no puedo con mi carácter. El otro día saqué un porro frente a alguna gente de la oficina. Si uno de estos días aparezco buscando trabajo quizás me arrepienta. Mientras tanto, a ver si alguien más informado o conectado me cuenta de círculos paceños (relativamente abiertos, no
inner circles, de esos yo también tengo) en los cuales la hipocresía colla esté en vías de extinción.